Solidaridad y oración ante la crisis mundial del coronavirus
Juntamente con la UISG (Unión Internacional de Superioras Generales), invitamos a todas las congregaciones religiosas a celebrar un día de solidaridad y oración en todo el mundo el próximo domingo 22 de marzo, especialmente en comunión con todas las personas que han sido afectadas.
Religiosas y religiosos de todo el mundo nos sentimos llamados a responder a la crisis mundial del coronavirus en solidaridad con los demás, especialmente los más vulnerables y los que corren más riesgos, siguiendo, en primer lugar, las directrices de la Organización Mundial de la Salud y de nuestros respectivos gobiernos.
Nuestra respuesta se expresa también a través de la oración y el testimonio de nuestra responsabilidad de cuidarnos unos a otros, a través de una solidaridad concreta y consciente.
Un recuerdo y un agradecimiento muy particular para quienes están en primera línea cuidando a los enfermos y a quienes se dedican a proyectos de investigación, en la búsqueda de remedios, y a quienes trabajan en los servicios públicos.
El día 22 de marzo religiosas y religiosos expresamos juntos nuestra solidaridad y comunión con todas las personas del mundo, nuestros hermanos y hermanas, especialmente a través de la oración.
Oración del Papa Francisco
Oh María, tú resplandeces siempre
en nuestro camino
como signo de salvación y de esperanza.
Nosotros nos confiamos a ti,
Salud de los enfermos,
que al pie de la cruz
estuviste asociada al dolor de Jesús,
manteniendo firme tu fe.
Tú, Salvación de todos los pueblos,
sabes de qué tenemos necesidad
y estamos seguros de que proveerás,
para que, como en Caná de Galilea,
pueda volver la alegría y la fiesta
después de este momento de prueba.
Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
a conformarnos a la voluntad del Padre
y a hacer lo que nos dirá Jesús,
quien ha tomado sobre sí
nuestros sufrimientos
y ha cargado nuestros dolores
para conducirnos, a través de la cruz,
a la alegría de la resurrección.
Amén.
Bajo tu protección buscamos refugio,
Santa Madre de Dios.
No desprecies nuestras súplicas,
que estamos en la prueba,
y libéranos de todo pecado,
o Virgen gloriosa y bendita.